Las redes 5G suponen una mejora tecnológica de gran calado. Gracias a su uso, aplicaciones como el internet de las cosas serán más sencillas de poner en marcha, entre otras muchas. No obstante, para que comprendáis los cambios que trae consigo la nueva generación, tenéis que conocerla en profundidad.
En esencia, se trata de la quinta generación de tecnología móvil, que tiene como finalidad aumentar las capacidades de la anterior. A grandes rasgos, se ofrece más velocidad de conexión y fiabilidad, menor latencia y la posibilidad de conectar un mayor número de dispositivos. Estas mejoras son suficientes para modificar por completo la forma en la que accedéis a internet.
Para que os hagáis una idea precisa, nada mejor que comparar el 5G con el 4G en algunos aspectos. En cuanto a velocidad de descarga, la nueva generación alcanza hasta 10 gigabites por segundo y la anterior tan solo uno. La latencia también se reduce y pasa de 30-50 milisegundos a alrededor de uno. Y todo ello con un incremento de la eficiencia energética de toda la red.
Conseguir estos avances es posible gracias al funcionamiento de la red. Este se basa en una serie de mejoras tecnológicas y diferentes innovaciones. Se siguen empleando emplazamientos celulares para la transmisión de datos mediante ondas de radios. No obstante, se implementa una codificación distinta de la información: la multiplexación por división de frecuencia ortogonal (OFDM). Es incompatible con el 4G, pero aporta menor latencia y mayor flexibilidad.
Las demandas actuales que justifican el despliegue del 5G son muy variadas. Estas son las más importantes:
Como véis, tales circunstancias llevan a que la conectividad 5G sea muy necesaria. Al fin y al cabo, sin ella no se podrían mantener las grandes redes que hacen falta hoy. Muchas de las tecnologías que acabáis de leer son ya una realidad, pero requieren una baja latencia o velocidad para funcionar a pleno rendimiento
Aunque el despliegue empezó despacio, en los últimos años se ha acelerado. En junio de 2023, más de 80 países contaban con una red 5G comercial ya establecida. El primer país en dar el salto fue Corea del Sur en 2019 y desde entonces le han seguido otros. Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania o España se encuentran entre quienes ya utilizan la nueva tecnología.
Además, los expertos esperan que el número de suscripciones móviles a redes 5G sea de 1200 millones a finales de 2024. Aun así, algunos usuarios tardarán en adaptarse, ya que antes tendrán que adquirir un dispositivo que les permita conectarse.
Según diversas consultoras, el impacto económico que traerá la nueva generación va a ser significativo. PwC estima que el despliegue aportará 1,3 billones de dólares al PIB mundial para 2030 y que el sector de la salud será el más beneficiado. Junto con lo anterior, McKinsey afirma que se generará un negocio de 11 billones de dólares en 2025. En cualquier caso, la mejora que supondrá es evidente.
Pero no todos los sectores saldrán igualmente beneficiados. De hecho, aquellos que demanden una mayor velocidad en la conexión serán los que más aprovechen las redes. Algunos ejemplos son los siguientes:
Aunque los beneficios son muchos, existen algunos desafíos que será necesario superar. Estos van desde el diseño de regulaciones al impacto ambiental del desarrollo de la infraestructura. Para hacerles frente, la innovación y el ingenio van a ser fundamentales.
Una de las claves reside en el despliegue de estaciones base, cuya densidad tiene que crecer. Sin ellas no se podrá ofrecer una buena cobertura para los usuarios de la red. Asimismo, hay que tener presente el coste de la construcción o actualización de la infraestructura existente. Los operadores tendrán que invertir en nuevos equipos, tecnologías y profesionales especializados.
Si las regulaciones son demasiado estrictas, el desarrollo de las nuevas redes se ralentizará. Lo mismo ocurre con las trabas administrativas, como la entrega de autorizaciones o permisos de obra con retraso. Hay que garantizar agilidad para no forzar a que las operadoras gasten recursos en procesos burocráticos sin fin.
El impacto ambiental, pese a la eficiencia que prometen las redes, debe analizarse en profundidad. Las nuevas estaciones bases y el alto número de dispositivos podrían aumentar el consumo total de energía.
La superficie de ataque se incrementa con cada dispositivo añadido a la red, y su número va a crecer como nunca antes. Además, el volumen de datos que se gestionará quizás necesite un marco legal robusto para asegurar su protección.
Las redes 5G transformarán la conectividad en todo el planeta, pero no sin desafíos. Será fundamental superarlos para que los cambios que promete la tecnología sea hagan realidad. Para estar al tanto de las últimas novedades, en Cámara os invitamos a leer otros contenidos. ¡Descubridlos!
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