La eficiencia energética es un factor clave de competitividad, expertos como Javier García Breva explican que se debe a que reúne las características asociadas a una estrategia industrial basada en productos competitivos, con menores costes energéticos y mayor demanda de mercado, a esto sumamos la innovación que representa un valor añadido a la eficiencia energética.
A la hora de llevar a cabo la transición, es necesario tener en cuenta tres criterios, eliminar los incentivos al consumo que no tengan eficiencia energética, utilizar en mayor medida recursos propios, y que el consumidor se encuentre en el centro del sistema energético, siendo parte activa de la gestión de la demanda.
Existe una serie de tendencias que van a cambiar la configuración de las actividades productivas, esto derivará en la cuarta revolución industrial, la primera fue la transición de producción manual a producción mecánica, la segunda fue la producción en masa, la tercera estuvo marcada por la automatización y la cuarta está marcada por el uso de internet, los sistemas cibernéticos, los robots, la digitalización, la transición energética y la ciberseguridad.
La inversión en varias tendencias en vez de inclinarse por una sola, se traducirá en la diversificación de la cartera industrial y el aumento de la pluralidad.
Es necesaria la transición, hoy en día la antigüedad de las instalaciones de producción es elevada y existe una razón de peso para ello, la crisis económica que ha afectado a muchos países del mundo ha provocado que se aplazasen inversiones que abrían propiciado los cambios mucho antes, es por ello que ahora se habla tanto de la industria 4.0 y lo que puede llegar a representar y aportar.
Merece la pena destacar que algunos países son muy conscientes de la importancia de la aportación de la Industria 4.0, es el caso de China, donde la economía se encamina hacia un mayor consumo interno, facilitando el desarrollo de la industria del futuro.
Desde el punto de vista industrial, los servicios interconectados e internet deberán basarse en los siguientes principios básicos de diseño:
- Interoperabilidad, es decir, la interconexión de materiales, elementos y recursos humanos a través de internet y sus servicios.
- Descentralización, la capacidad de que los objetos conectados de la industria tengan capacidad de decisión autónoma.
- Virtualización, la empresa inteligente debe contar con una copia virtual donde se muestre la información de sistemas, sensores, modelos de simulación, etc.
- Orientación de servicio, la capacidad de ofrecer un catálogo de servicios que facilite la interacción y creación de nuevas aplicaciones que aporten un valor añadido.
- Capacidad en tiempo real, captura de datos, análisis y toma de decisiones en tiempo real.
- Modularidad, es decir, flexibilidad a la hora de sustituir, añadir o retirar nuevos elementos.
Aquí juega un papel fundamental la introducción de tecnologías de la información de las que ya hemos hablado, como el Big Data o la Inteligencia Artificial, para el desarrollo de modelos mas sostenibles y eficientes de consumo y producción de energía, y la conexión de esta información digital con el mundo físico mediante el Internet de las Cosas o la Realidad Aumentada entre otras.
Esta interconexión entre mundo físico y digital, permite la medición y gestión de la energía de un modo hasta ahora nunca visto, de modo que es posible prevenir y corregir ineficiencias en tiempo real, y la toma de decisiones en base a modelos matemáticos predictivos.
La aportación de la industria 4.0 al sector de la energía marca un antes y un después en el modo de trabajar y actuar, una auténtica revolución que se multiplicará y cambiará de forma continua el sector energético a medida que la tecnología continúe avanzando.